lunes, 11 de enero de 2016

Del lado del más fuerte

  Tito Vázquez es un escritor, politólogo y abogado, ganador de varios premios, incluyendo el "prensa libre" otorgado por la Universidad antiterrorista de Miami. Acostumbrado a encender polémicas con cada uno de sus libros, el último que ha publicado nos impacta desde el título mismo: "Si se le veían las tetas, lo estaba pidiendo". En dicha obra, Tito analiza el lenguaje, culpando a lo que él llama como "el curro del feminismo" de la invención de términos tendenciosos como "femicidio", de distinciones redundantes como "todos y todas", del vaciamiento del significado de palabras nobles como "matrimonio", y un amplio etcétera. Para explicar este ultraje de nuestra lengua madre ("y acá sí hay violación", remarca) teoriza sobre un complot entre los grupos feministas y ciertos lingüistas disidentes con oscuros negocios que les presentan grandes ganancias (que comparten con grupos terroristas) cada vez que una nueva palabra o acepción es aceptada por la Real Academia Española. Pienso que si Tito pudiera leer esta entradilla, corregiría diciendo que él no teoriza, sino que fundamenta con hechos y pruebas irrefutables, pero sé que no lo leerá porque, aún siendo una entrevista a su persona, sólo lee publicaciones del diario que él mismo dirige, "sol republicano". Para reforzar esto que digo, al momento de acudir a nuestra cita en el bar donde le haré la entrevista, lo encuentro leyendo su propio libro.

Buenas tardes, señor Vázquez. (señalo su libro) ¿Es bueno?

Muy bueno. Tiene muchas capas, muchos niveles. Es la quinta lectura, y sigo descubriendo cosas que antes había pasado por alto. Se lo recomiendo.

Creo que me acaba de contestar seriamente a algo que le dije en chiste.

¿Eh? ¿Así que es de esas personas a las que le gustan "los chistes"? Niño, si hubiera leído mi libro recordaría una de sus, o mis, mejores frases: "el humor es el refugio de los imbéciles, una pantalla detrás de la cual esconden la fragilidad de sus pueriles ideas".

¿"Niño"? Usted tiene 22 años, señor Vázquez. Es casi ridículo que lo esté tratando de usted. ¿Y cómo ahora opina así del humor, si hasta hace dos meses hacía un monólogo en calle Corrientes plagado de chistes misóginos?

Al fin hablamos de algo interesante. ¿Sabía que "misógino" no posee un equivalente para hablar del odio al género mascúlino? Porque "misántropo" engloba a toda la humanidad, no a los hombres solamente. Preguntas como esa tendría que hacerme usted, ya que se hace llamar periodisto.

No me hago llamar "periodisto". Nadie lo hace, ya me cansé de decírselo, es una idea suya, esa palabra no existe.

¡Ja! Tampoco existe "presidenta".

Sí que existe.

Bueno, no existía.

Sí que existía.

Siempre fue "presidente". Es simple: es el que "preside" el "ente".

No, no, ese análisis etimológico es completamente erróneo, y todas estas cosas ya las hablamos por teléfono al concertar la entrevista. ¿Podemos hacer un entrevista medianamente normal? ¿Puedo hacerle algunas preguntas que me interesaría que contestara?

Qué intolerante...

Hay muchas cosas que me encantaría preguntarle, pero no tenemos tanto tiempo, así que me voy a concentrar en una sola: una de las acusaciones que más ha tenido que escuchar ha sido la que reza que posee una visión medieval del mundo.

Es un buen momento para traer esa palabra a colación. Como usted sabrá, joven, el tema de este libro es el lenguaje, y no escapará a su agudo entendimiento que lo de "medieval" es una hipérbole, un golpe de efecto. En realidad me están llamando "conservador", y lo acepto con orgullo. Soy conservador en lo cultural, republicano en lo institucional y liberal en lo econ--

Señor Vázquez, perdone que lo interrumpa, pero en su libro defiende la quema de brujas. No me diga que "medieval" es un mote exagerado.

Ah, ¿leíste mi libro, entonces? Te felicito, chiquita.

No trate de desviar el tema llamándome "chiquita". Soy hombre pero no boludo. Cuénteme qué lo puede llevar a tratar de defender una práctica que hasta la Iglesia católica ha llegado a aceptar como un grosero error.

Perdón por lo de "chiquita". Por un momento me confundió, usted razona como mujer, ¿sabe? Si se me permite el oxímoron, ¿no? Jajaja.

Espero su respuesta, todavía.

¿De qué? ¿Qué me preguntó?

¿Por qué justifica la quema de brujas?

Mire, jovencita. Jovencito, perdón. Se me olvida. Jovencito: fue una medida necesaria y sana. Sí, todos sabemos ahora que esas mujeres no conjuraban demonios ni convertían a los niños en animales, pero sería de necios ignorar que lo que ocurría a nivel sociológico era otra cosa: esas mujeres eran un peligro ético, un tumor en una sociedad por lo demás perfecta. Atentaban contra la moral y las sanas costumbres. Sólo pueden ser vistas como mártires por las condenadas "feminazis" (sin ánimos de ofender al loable partido nacional socialista) y todos estos grupos de ateos degenerados que saben que se les acabó la joda, que ahora nuestro Papa es argentino, que no vamos a ser nunca más un país de desviados y olvidados, que ahora los anarquistas que quieran escaparse de Europa van a tener que ir a seguir infestando Venezuela, pero que acá nunca más se les va a conceder asilo. Ese es un cambio que sí tendrían que hacer en el diccionario, porque la mayoría de la gente es imbécil, como usted, jovencito, y no entienden los conceptos más simples. "Bruja" no es aquella mujer que hace magia negra, esa magia no existe. La magia de la verdadera bruja es la de pervertir el orden natural de las cosas, con sus ideas retorcidas y sus lujuriosas intervenciones. Y esas brujas bien quemadas estuvieron hace cinco siglos, y lo bien que nos vendría volver a hacer una de esas purgas.

  Fue lo último que pude soportar. Me levanté de la mesa y me fui, escupiéndole antes la cara. Todo el viaje de vuelta a la redacción lo hice arrepentido, sabiendo que perdería mi trabajo. Al llegar, mi jefe me reprochó la falta de profesionalidad. Nunca debía olvidar que yo era un representante del diario, que mis acciones serían interpretadas como la política de una empresa que conformábamos entre todos, pero finalmente desestimó el problema, alegando que a todos, en algún momento, nos puede llegar a pasar. Tito Vázquez estaba indignadísimo, me dijo. Lo había llamado para avisarle que me había ido dejando la cuenta sin pagar.

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