domingo, 22 de enero de 2012

Horóscopo, semana del 22/01 al 29/01 del 2012

Aries:

Se le va a manchar el pantalón celeste con dulce de leche. Sí, ya sé que a usted no le gusta el dulce de lech-- ¿Cómo que no tenés un pantalón celeste? No, querido. Eso no es cremita, es celeste. Lo tenés un poco descuidado, es cierto, pero eso sigue siendo celeste. Bueno, no importa, se te va a manchar con dulce de leche. ¡Ya te dije que ya sé que no te gusta! Pero decime, ¿a qué venís acá, eh? ¿A discutirme? Los astros no mienten. Tómalo o déjalo, pero no me rompas las pelotas. ¡El que sigue!

Tauro:

Semana ideal para el amor. Ese pibe es un potro, no lo deje ir. Claro que... No, no es nada. No, en serio. No pasa nada. ¿Vos estás feliz? ¿Estás bien con él? Y bueno, ¿entonces? Si para vos está bien, es lo único que importa. En serio, no era nada, una pavada. Bueno. Pero el 28, pegale una llamadita, a eso de las cuatro y media. Vas a ver cómo no te atiende.

Géminis:

Con fachos no hablo. Buscate el horóscopo en otro lado, basura.

Cáncer:

Tan linda la impresora, tan última generación... ¡y pum! Se rompe. Así que imprima todo lo que vaya a necesitar de acá a Marzo, porque el temita de la reparación viene jodido. Aparte que el tipo ese del service es un drogadicto. ¿No le siente el olor en la ropa? Le dice que está para el martes, y hasta el sábado no lo llama ni le atiende el teléfono. Eso es de dro-ga-dic-to. Un desastre. Y cada día que le cobra más caro. Eso es porque no le hace caso a su señora, que viene diciéndole hace como dos años "¿por qué no preguntás en la casa de computación que pusieron acá a dos cuadras?". Pero no. Usted es cabezadura, sigue con el fumón ese. Casi que se merece los cuernos, mire.

Leo:

Semana tranquila. Va a seguir en coma. Capaz que lo visita su prima Panchita, pero los astros no son muy claros. Capaz que Panchita en realidad está saliendo a comprar dos kilos de papas. No se ve bien, tengo como una basurita en el... el... ¡ay! No me sale. El, el... el coso este, con el que miro las estrellas. ¡Ay, Dios! Bueh, ya me voy a acordar.

Virgo:

"Y construyó, castillos en el aire". Toda la semana con ese tema en la cabeza. "A pleno sol, con nubes de algodón". Imbancable. "En un lugar, adonde nunca nadie". Pero lo peor son esos dos últimos versos del estribillo. "Pudo llegar usando la razón". Porque los va a cantar, y con emoción, esos dos últimos versos se le van a escapar todo el tiempo, en las circunstancias más inoportunas. Va a sufrir de todo: mujeres que se enojarán porque está cantando en lugar de escuchar lo que ellas tienen para decirle (de nada va a servir que intente explicar que las estaba escuchando, baje la cabeza y espere que le perdonen la vida), gente que se le va a cagar de la risa en la cara, tipos que le van a seguir la cancioncita todos ilusionados, como queriendo jugar a cantar a dúo, y hasta un denso que se le va a colgar hablando de Alberto Cortez por horas ("no sabía que te gustaba..."). Así están las cosas. Si se puede quedar encerrado en su casa, mejor.

Libra:

Unos perros le mean el colchón. Sí, son los mismos perros de siempre. Justo el Bobby se había ido. Le conviene cambiar de esquina, llevarse el colchoncito a otro lado. Además el yuta ese se la tiene jurada. Es hora de cambiar de aire. Arriegue. Buena semana para los negocios.

Escorpio:

Malas noticias: en un viaj-- ¿¡¿y vos qué hacés todavía acá, ariano de mierda?!? ¿Qué te importa si le doy malas noticias a todo el mundo, imbécil? Aparte que no son todas malas noticias, a la chica de Tauro le dije que venía una semana ideal par-- ¿Y de dónde sacaste que la engaña? No, yo jamás dije eso. Tampoco lo di a entender. ¿Quién sos, además? ¿El defensor de pobres? Aparte, un pete no es "engañar". Engañar es otra cosa...

Sagitario:

Neptuno está de su lado: esta semana tampoco vienen los del cable a cortárselo. Aproveche para mirar la película con este tipo tan buen mozo, esa que él es un abogado y viaja a París y conoce a esa chica tan linda, la de la película esa, italiana. Claro que la película la dan justo el día en que quedó en ir a cenar a lo de los González. Qué lástima... ¿Si ver la película le va a cambiar la vida? Y... no sé. No, no. No me meta en un brete. Si quiere dejar plantados a los González no use a los astros como excusa. La astrología no se mancha. ¡Ah! Y digale al de Escorpio que se le pierde todo el equipaje en un viaje al exterior.

Capricornio:

Número de la suerte: 1056. Duende del mes: Adinolfo, el risueño. Ángel de la semana: Astaroth, el cruel. Color: verde durante la mañana, al mediodía tirando más a un azulino, y a la noche ya un celeste, pero no como el del pantalón del boludón aquel, más vivo, menos gastado. Galletitas: una imitación de las Ópera, se llaman "Opus". No están tan mal, eh. Bueno, ya está. Ya te di los datos, la "información dura", como le decimos en el gremio. Vos sabrás qué hacer ahora.

Acuario:

Hay como un problema en el trabajo, porque falta un montón de plata y lo rajan. Sí, a usted. No, claro que usted no tuvo nada que ver. Y, pero el mundo es así, ¿qué le vamos a hacer? Y, no. Ya está. Así lo dicta Saturno. Hombre, no llore. Que ya va a aparecer algo. Bueno, tampoco es para tanto. Ah, que estás mal porque te dejó tu mujer. Pero, pará... No, no. A vos te dejó "Matilda", y Matilda no era ni mujer, ni Matilda. Las cosas por su nombre. ¿Mujer de tu vida? No seas maricón, y buscate una mina de familia, dejá de salir con trabas. Uh, ¡pero pará de llorar! Bueno, bueno. Mirá: ¿querés recuperar tu trabajo? Hacé así, después de que te rajen, dejá pasar tres días. ¿Sí? Y ahí volvés, y vas y lo buscás a... a... ¡TELESCOPIO! ¡Ahí está! ¡Yo sabía que me iba a acordar! ¡Telescopio! Sí, telescopio... ¿O era periscopio? Me voy a tener que fijar después, no puedo seguir con esta duda. ¿En qué estábamos? Ah, sí. Ya termino. Me falta uno.

Piscis:

Piscis. El último. Ya está, después de esto, fuiiich, a la camita. Bueno. Piscis. A ver qué dice Piscis... ¿Todo bien, Piscis? Tanto tiempo. Jaja, a veces soy tan gracioso... Piscis, pispis, pixies, pizpis... A ver... Ah, mirá qué interesante. ¿Se acuerda del reloj ese, tan lindo, que le dejó su abuelo? Bueno. Está en el segundo cajón de la cómoda. De nada. ¿Vio? Y usted buscándolo vaya a saber cuántos años, pensando que se había perdido para siempre y aquí estoy yo, aunque soy sólo el mensajero, pero le traigo la buena noticia, y yo podía quedarme callado, también, no se crea. Porque es mi trabajo, el de otorgar la felicid-- ¡uh, pero qué pesado que estás, ariano! ¿Y qué hacés revisándole el cajón a la señora? ¡Que sí, que está ahí, infradotado! Ay, vos no sos más boludo porque la luna no está en cuarto creciente... ¡Sí, que está, desconfiado! Debajo del empapelado, ¿viste que el cajón está forrado en papel de regalo? Bueno, fijate abajo. ¡JA! Imbécil. Y ahora rajá que la señora está llamando a la policía.

Crítica a la generosidad

  Estuve toda una vida sin regalarle nada a nadie, y sin disfrutar de los regalos que me hacían. Ese recibir y nunca dar se alimentaban el uno al otro, estaban conectados. Cada regalo recibido me recordaba los regalos que nunca había hecho, y cada regalo que alguien esperaba de mí me recordaba la incómoda situación que había sido recibir esos regalos que alguna vez me dieron.
  Pero había algo más, además de la culpa, que no me permitía disfrutar los regalos recibidos: la ilusión desmedida. La esperanza de que ese, ese regalo que estaba llegando, fuera EL regalo, la única cosa que yo iba a necesitar por el resto de mi vida, la respuesta a "si te perdés en una isla desierta, ¿qué cinco cosas llevás?", esto y cuatro cosas más, no importa, por fin llega la felicidad, por fin este vacío se llena con lo que está debajo de ese papel y de ese moñito, mi vida a partir de hoy camb-- ¿esta mierda me regalás? Yo quería un juguete...
  ¿Y qué regalar, entonces, cuando nada de lo que recibo está a la altura de mis expectativas, y además debiendo tantos años de regalos? Fue difícil, pero finalmente salí de allí. Tuvo que haber sido la terapia, y ni me di cuenta cómo ni cuándo. Pero regalar y recibir regalos es algo hermoso. O debería serlo. Quizás lo sea en condiciones de laboratorio, y con gravedad cero. Pero aún en circunstancias normales, con gente que siente culpa, envidia, rechazo y fastidio participando, suele ser algo bueno.
  Mi madre suele decir que mi abuela siempre le decía algo así como "ya te va a tocar un hijo como vos y ahí vas a ver", así que yo soy el castigo de mi madre, ese hijo de mierda que le tocó por hacerla sufrir ella tanto a su madre. En fin, ese es otro tema (y uno no poco importante), lo que quería decir es que el karma existe. Y quizás sólo exista en cómo analizamos y vemos las cosas a partir de la culpa que sentimos o nos hicieron sentir. Y si yo, en algún momento me sentí poca cosa, y no merecedor de regalos... ahora estoy justamente del otro lado. Con regalos que no se aceptan. Con atenciones que no tienen por qué estar. Con muestras de afecto que están de más. Y duele.
  Claro que esa es mi lectura. No sé bien qué pasa del otro lado. Pero la sospecha de eso, de estar haciendo algo que la otra persona no haría por mí, y que entonces la pongo en un compromiso, o tan solo incómoda, o que quizás piense que soy alguien especulador, que las muestras de afecto en realidad son otra cosa, que estoy comprando algo, claro, porque es una mina, y yo soy un tipo, y los tipos somos cerdos, sí, soy un cerdo, quizás sea así, yo soy un cerdo, yo estoy usando estas herramientas para conseguir vencer su voluntad, para que ella me dé cosas que no quiere dar, pero me las debe, pff, mirá lo que hago por vos.

  Sí. Quizás ella (la "ella" en mi cabeza) tenga razón. Cada regalo, cada muestra de afecto, implica un ida y vuelta. No hay que recibir si uno no quiere dar. No hay que dar, para no obligar a recibir. Tampoco hay que pedir, para no obligar a dar. Y si tu cuerpo te pide que des algo... allá vos. Pero tené en cuenta que estás jodiendo a medio mundo.

lunes, 16 de enero de 2012

Guerrilla

  - Dios es perfecto.
  - Dios es omnipotente. Hay una diferencia.
  Se miraron a los ojos por un breve instante, midiéndose. Durante esos segundos, Tomás tuvo la ilusión de que estaban en igualdad de condiciones, a pesar de estar desnudo y de rodillas sobre el suelo mojado, con sus manos atadas a la espalda, cubierto por su propia sangre reseca y con el cañón de una pistola apuntándole directo a la frente.
  - ¿Y cuál es esa diferencia, a ver?
  "Eso es, dudá", pensó Tomás.
  - Dios es omnipotente. Dios dice lo que está bien y lo que está mal. Dios, entonces, es el que escribe la historia, el que decide que Él es perfecto. ¿Y qué valor tiene eso? ¿Acaso esa es razón suficiente para seguirlo?
  Vio el temblor del cañón, sabiendo que, en cualquier momento, un disparo interrumpiría su discurso. Casi sin esperanzas, estaba viviendo sus últimos minutos, y jugándose sus últimas fichas.
  - Dios ES perfecto.
  - Dios es. Dios es un hijo de puta, eso es. Dios es un tiran--
  René martilló su pistola, y a Tomás se le secó la garganta.
  - Pará, René. Escuchame. Ambos sabemos que Dios existe. Ambos sabemos que Dios nos domina, porque bien sabés que no nos creó, no sabemos cómo fue la mano pero a vos también te hace ruido todo ese cuento del Génesis, no seas hipócrita. Pero nada de eso importa. Lo que importa es: ¿tenemos necesidad de seguirlo? Es la historia del más fuerte y los más débiles. ¿Por qué la verdad la dicta la fuerza? ¿Por qué, si es tan bueno, condena el diálogo y la duda? ¿Por qué me toca el infierno si fui un tipazo pero jamás recé, pero va al cielo un flor de hijo de puta que le paga los vicios a un pastor igualmente hijo de puta?
  Tomás sentía cómo cada "hijo de puta" que pronunciaba iba acercando la bala a su destino: el piso mojado, luego de atravesar su cerebro. Veía en René una furia y un asco apenas contenidos, y sabía que no habría manera de escapar a la muerte. "Pero si, aunque sea, puedo sembrar la duda en él, no habrá sido en vano".
  - El hijo de puta sos vos- contestó René con palabras atropelladas-. Un soberbio hijo de puta, ¿quién mierda te creés, eh? ¿Qué sos? Sos un insecto, no sos nada, sos un efímero destello en un mosaico infinito y perfecto. ¿Cómo no lo celebrás, cómo podés intentar rebelarte? E "intentar" ni siquiera es la palabra, porque no hay posibilidad de éxito- ya se iba calmando, recuperaba su tono y ritmo normal-. No podés trastocar el orden de la creación del Señor, no podés negarlo ni escapar de su presencia. Él es uno con el tiempo y la materia. La soberbia de ustedes es... inexplicable.
  - Nuestra soberbia no es tal. Llamalo "orgullo" si querés. Es el orgullo y la celebración, justamente, de nuestra condición humana. De nuestra capacidad de decidir qué está bien y qué está mal.
  - Pero eso es parte del plan del Señor. Él nos otorgó el libre albedrío...
  - No, imbécil- y la bala se acercó aún más-. Eso es lo único que no supo sacarnos. Porque es lo que no entiende, lo que no forma parte de su naturaleza. Si él nos creó, lo hemos superado. Porque hemos vencido todos los absolutos que él propone, todos los límites que ustedes defienden ciegamente. No me tenés que matar, René. Pensalo. Si Dios es perfecto y tiene un plan, nosotros somos parte de él. Nuestra existencia, y hablo de nosotros, los ateos, los agnósticos, los satanistas, los humanistas, es parte de su plan divino, de su mosaico infinito y simultáneo, y no somos un peligro. Vos estás ahí, y sos dueño de tu pistola, de tu bala, de tu tiempo- al decir todas estas palabras, sentía el calor del disparo abriéndose camino en su cabeza, y no encontraba cómo ordenar su discurso en tan poco tiempo-. Si existe un plan, no soy un peligro. No soy nada, como vos dijiste. Pero vos mismo estás ahí, dudando. Y si podés elegir no matarme, es porque no soy un peligro. Más aún. Quizás Él sea el peligro. Quizás Él y su sed de sangre, de mi sangre. Pero lo podemos vencer juntos.
  - Dios es perfecto, Tomás. Y tu discurso es muy confuso.
  - ¡Probá a hablarle a tu verdugo después de haber sido golpeado durante días, hijo de una gran puta!
  La bala ya comenzaba a ejercer presión sobre su piel.
  - Dios es perfecto, Tomás. Ya te lo dije. Y yo soy su soldado. Jamás es Él el que se equivoca. Somos nosotros, la carne de su voluntad, la que no alcanza a comprender sus designios. Jamás dudaré de Él. Ese es tu camino, y mirá hasta dónde te trajo.
  - Tu Dios es un sorete, René. Mirá cómo está el mundo, mirá lo que somos como raza. Mirá lo que te obliga a hacer.
  - Mi Dios no me obliga a nada. Él sólo perdona.
  Y la bala se alojó, finalmente, en el suelo.

domingo, 15 de enero de 2012

Diario de Dios y sus contemporáneos: Dios como evolución del hombre

  Hubo un tiempo en el que el tiempo no existió. Así como cada uno de nosotros emergió de la inconciencia, y nos sumergiremos en ella eventualmente, también lo hizo y hará el universo entero. La materia y el tiempo.

  Hace tiempo que olvidé lo que es sentir. Hace tiempo que olvidé qué es "ser feliz", o "sufrir". Reconozco sus efectos, veo seres que conocen la diferencia, que viven esos matices. Pero hace tiempo que he dejado de vivir. Hace tiempo que la palabra "tiempo" ha perdido su anterior significado. Nada y todo es lo mismo. Nada y todo me atraviesa, y estoy hecho de la misma fibra que el universo entero.

  En este universo, en esta versión de las infinitas posibles, se dio el fenómeno que nos gusta clasificar como "vida". Casi por azar, se fue desarrollando hasta engendrar esto, esto que se evidencia acá mismo, un lenguaje, una conciencia no plena pero sí abarcativa, una curiosidad constante. El hombre. El hombre y sus millones de etiquetas, de saberes, de conceptos, de inquietudes. ¿De dónde despertamos, qué había antes, qué habrá después?  Preguntas y más preguntas. Respuestas que, con la voracidad característica, destrozamos para reemplazar por otras que luego serían devoradas y que darían lugar a otras respuestas que a su vez encontrarían un reemplazo, así en un ciclo interminable, que se interrumpirá sólo Dios sabe cuándo.

  J. ha desaparecido. Se ha esfumado. Es el único de todos nosotros que ya no se presenta a las reuniones, ha dejado de informarnos de sus actividades, y nadie, ni siquiera aquellos más cercanos, saben qué le ha ocurrido. Él era el más dotado, y es por eso que nos entristece su desaparición.

  Dios fue una respuesta, la respuesta a todas las preguntas. Pero pronto, pasados algunos milenios, se abandonó casi por completo, dejando que apenas grupos reducidísimos de personas hablaran todavía en su nombre. El hombre controlaba finalmente su entorno, y su inquieto mundo interior. Ya no necesitaba la idea de un protector magnánimo. El hombre era su propio protector. El hombre, la especie entera, por fin funcionando como un solo organismo. En equilibrio.

  El dolor no existe. El dolor existe sólo en mi mente, yo lo conjuro. Y el dolor existe ahora en sus cuerpos, ellos me enseñan lo que olvidé, lo que fui. Ante mi orden brota la sangre. Yo doy y quito la vida. He quedado solo, ya que nadie habla mi nuevo idioma, que es el idioma de la creación.

  Y Dios reapareció. Y ya no hubo un pasado en que el tiempo no fue tiempo. Ya no hubo un comienzo. No hubo rincón de existencia que no fuera inundado por su presencia. Con su potencia creadora y arrogante, arrasó con toda la historia, con toda la humanidad, con todo. Y nos dijo que nos creó a su imagen y semejanza. Y nos dijo que siempre existió, y que siempre existiría. Y es la pura verdad, porque así lo quiso.

lunes, 9 de enero de 2012

Semáforo #2

  Preguntas para hacerte si querés cerrar tu blog 

  ¿Para qué escribir, cuando hay tanto por leer? ¿Para qué intentar vaciar un recipiente que está lejos de estar lleno, y que sigue pidiendo por contenido? ¿Para qué hablar, cuando es probable que nada de lo que digas se entienda, cuando ninguno de tus discursos adquiere la forma que habías pensado originalmente, cuando te es imposible una comunicación medianamente exitosa, en parte por tu críptico pudor y en parte por tu casi inexistente claridad de pensamiento? ¿Para qué hablar, cuando es siempre lo mismo, siempre diciendo lo mismo, siempre escribiendo lo mismo, y dale con lo mismo? ¿Para qué hablar, la reputísima madre, cuando te asalta el constante pensamiento de que tu interlocutor jamás te presta atención, y que cuando lo hace, está esperando que decidas callarte, que finalmente tengas la epifanía con la orden divina de dejar de mirar el mundo desde tu ombligo? ¿Para qué hablar, cuando como respuesta sólo alcanzás a ver muestras de fastidio, de aburrimiento? Quizás para ver si, por una puta vez, no tengo razón. Cómo se puede estar equivocado todo el tiempo y al mismo tiempo siempre tener la razón, jamás lo sabré.

  Puente 

  Confiar con el cuerpo, desconfiar con la mente. Ese pareciera ser el camino. Confiar ciegamente en cada acción, desconfiar detrás de cada sonrisa, de cada palabra amable. Darle la espalda al que vi que tiene un cuchillo en la mano, y pensar en dónde esconderá el cuchillo a la que se aproxima con una flor.
  Pobre ella. Ella o él, de quien desconfío. Porque no sé si lo escondo o no. Quizás se note, quizás siempre esté recordándoselo. Pero me manejo como si confiara plenamente en la práctica, lo que a mí me parece noble, pero no siempre a ella. O él, sí, también puede ser. Pero siempre es con ella.
  Entonces me creo un puente. No puedo ser un fin en mí mismo, nadie me puede tener como destino. Soy el camino hacia. ¿Hacia qué? No siempre lo sé. Muchas veces lo intuyo. Y duele. Pero acepto lo que me ofrezcan, y me ofrezco con todo el cuerpo, sí. Soy la vaina para tu cuchillo, siempre. O tan solo el puente, sí, el puente que debas pisotear para llegar a un lugar mejor. Aún así, me siento halagado. Todos los caminos conducen a Roma, pero me elegiste a mí.

  Figuras 

  La curva de una espalda (no, no de "una", de "la" espalda, mejor dicho). La cola, las caderas. Tan suave, un camino tan fácil para recorrer con mis manos, o para dejar mis manos allí, no descansando, sino aprendiendo. Aprendiendo a evocarla, a recordarla para siempre, a guardar esas sensaciones en un banco de memorias a prueba de todo, justo al lado de su aroma, del intenso sabor de sus besos. Del hermoso color de su piel, de las hermosas marcas que la distinguen y que ella odia, quizás por eso mismo. Sus hermosas tetas (sus tetitas, sí, no voy a decir ni "pechos", ni "senos", estúpidas y asépticas palabras que, justamente, intentan ser sólo letras y decir lo menos posible). No puedo escribir acerca de sus tetas, pero podría estar todo el día pensando en ellas, cosa que, de hecho, creo que hago. Su voz. Su risa. El enorme placer que significa oír su risa, enorme tesoro que me dedicaría a intentar desenterrar durante toda mi vida, todos los días, a toda hora. Su mano sobre la mía, en un tren. Su hermosa nariz. Ese precioso perfil, con los lentes puestos, mirando atentamente hacia el escenario, sin saber que yo la miro a ella, y que sonrío, río felizmente por dentro, le aprieto la mano y ella me mira, y nos besamos. Verla vistiéndose. Verla partir. El dulce dolor de no tenerla a mi lado, por momentos embriagador. La horrible sensación de que, quizás, todas estas figuras no se repitan. De que, quizás, todo haya terminado. Un nuevo mensaje suyo.