miércoles, 16 de marzo de 2011

Horóscopo, semana del 16/03 al 23/03 del 2011

Aries:

Se viene una semana movidita. Va a tener roces con un taxista y luego se lo encontrará en la casa de un amigo, porque resulta que es el padre del novio de la hermana del amigo en cuestión. Cuidado con la sal en las comidas.

Tauro:

No comparta botellitas de agua mineral. Cambie las pilas de los controles remotos de sus aparatos hogareños. Aproveche las ofertas de la verdulería. Vigile la sal en sus comidas.

Géminis:

Noticias de una catástrofe en otro país del mundo lo deprimirán mucho, pero no tendrá mucho tiempo para afligirse porque redescubrirá la belleza de la vida en el simple vuelo de una mariposa. Semana de cuidado para los juegos de azar: no juege a sus números del Quini, porque no van a salir. Trate de comer con menos sal.

Cáncer:

Viento en popa: se encontrará un celular en la calle y atenderá una llamada entrante que le cambiará la vida para siempre. Juéguese. Arriesgue. Apueste. Construya. Sale sus comidas.

Leo:

Una pelea que ha durado años entre usted y un familiar se resolverá esta semana, me parece que el jueves, no, no, el viernes más bien, a eso de las 18:20. Lleve paraguas y curitas. Deje la sal en casa.

Virgo:

Encuentra un libro (o ropa interior, los astros a veces no son muy claros) que había perdido de vista hace mucho tiempo. Mala semana para mudarse. Evite también manejar transportes de caudales o construir puentes. Coma con menos sal.

Libra:

Semana de amor libre. Dele para adelante que están todos con usted. Mala noticia: pierde el celular. Pero llame a su número en cuanto se entere, porque le va a cambiar la vida a alguien. Increíbles las cosas que se pueden lograr cogiendo... Ah, eso sí: si después o antes comen, hagalo con poca sal. Ignore el hecho de que la otra persona le pone mucha sal a la comida, está bien en su caso.

Escorpio:

Respete sus horarios de sueño. La siesta es sagrada. Ayune el domingo a la mañana y tendrá una sorpresa. Salud: consulte con su médico de cabecera cuánta sal puede ponerle a la comida. Acá en el sistema me sale que poca, pero no sé, puede ser que esté mal.

Sagitario:

Va a tener que ayudar en una tarea engorrosa y aburrida a alguien que le cae mal. Pero después de compartir la experiencia, la relación va a mejorar. Pero después le va a pedir pasar al baño y va a desaparecer un jabón, y le van a decir "no, no te estoy acusando, pero antes de que entraras estaba ahí", y usted va a contestar "¿te parece que voy a robarme un jabón, rata? ¿Por qué no te metés la mano en el orto?". Tenga cuidado, se puede comer una piña.

Capricornio:

Visita su país una estre-- No, no, aguantá un cacho.

Sagitario:

Afloje con la sal porque se nos va al tacho, así nomás se lo digo, con la salud no se jode, y si no te cuidás vos no te cuida nadie. ¿Qué soy, tu mamá? Dios mío...

Capricornio:

Ahora sí. No, no. Imaginate si no que... Bueno, visita su país una estrella de renombre internacional, pero usted no tiene ni idea de quién es. Así que no le va a pasar nada esta semana. Semana tranquila. Sí, parece que está todo en orden. A ver, pará que me fijo... Ah, no. Va a tener que comer con menos sal, eso sí.

Acuario:

Epidemia y muerte del 97% de la población. El domingo, precipitaciones aisladas y leve aumento de la temperatura. Aumenta el precio de la sal.

Piscis:

Un viejo amor reaparece en su vida, cuando se entera de que falleció. Vaya al funeral pero trate de no llorar demasiado, porque lo van a mirar raro. Parece que esa persona que usted alguna vez quiso era medio mal bicho y nadie está muy apenado por su deceso. Es más: le debe plata a medio mundo, y capaz que se la terminan pidiendo a usted. No, no, tampoco es como para que no vaya al funeral. Insensible de mierda, ¡fue el amor de su vida! Bueno, bueno, era "un viejo amor", pero ahora que no está más se va a dar cuenta de que era el amor de su vida. ¿Que no? ¿Te pensás que sabés más que miles de años de tradición astrológica? Ma'sí, matate, gil. Ojalá se te tapen las arterias y explotes, cerdo.

martes, 15 de marzo de 2011

Felipe y María: 5 mensajes

Hola, te comunicaste con María, dejá tu mensaje y después te llamo.

Em... Hola, María. Ya sabía que no me ibas a atender. Por eso te llamé. Porque es más fácil decirte esto sin tener que decírtelo, diciéndoselo al aire, colgándolo de una rama del tiempo que no me devolverá ni la más mínima reacción, cosa que agradezco. No aguanto más, María. No aguanto más. No puedo estar cerca tuyo sin morirme de ganas de tocarte. No puedo estar lejos tuyo pensando en el tipo que sí está cerca. No puedo estar. No puedo ser. No puedo. Y me siento muy culpable, porque no tengo cómo aplacar estas cosas que siento. En algún momento lo mantuve bajo control, pero ya no. Y, si bien me siento culpable, creo que vos también tenés la culpa. Claro que, bueno... No sé. No te puedo reprochar nada. Vos siempre me dij--

Hola, te comunicaste con María, dejá tu mensaje y después te llamo.

Sí, se cortó la grabación. ¿Qué decía? Creo que te decía que vos tenés algo de culpa, que dijiste e hiciste cosas que me acercaron mucho más a vos, no, no "a vos", sino a una parte de tu vida a la que yo no tenía acceso, una parte de tu vida que me era prohibida. Tampoco sé si es verdad esto que te digo. No sé qué me dijiste. Sólo sé lo que escuché, quizás estuve escuchando las cosas que quería escuchar, o algo así, no sé, pero... Ese es el tema. No sé nada. No entiendo qué pasa y me da bronca, porque antes tu existencia sólo me brindaba felicidad, y ahora te mentiría si no te dij--

Hola, te comunicaste con María, dejá tu mensaje y después te llamo.

Quiero tocarte, María. Eso es lo que quiero decir. No sólo que quiero, sino que lo necesito, que me quita el sueño y me causa dolor físico tratar de sofocar todo ese empuje que me tira encima tuyo. La puta madre... Ya empiezo a pensar en el momento en que escuches todo esto. Tengo el corazón aceleradísimo, tengo miedo. Tengo muchísimo miedo de perderte. Y, sin embargo, no veo otra alternativa. O sí, la veo, vos no la ves, pero es así: la opción que cada uno quiere de la relación es algo que el otro no puede concebir. O eso entendí, no sé. No sé nada, y antes era yo el que entendía las cosas, ¿te acordás? Yo te aconsejaba, y te decía qu--

Hola, te comunicaste con María, dejá tu mensaje y después te llamo.

Me calmé un poco ya. Veo que no volviste. Mejor. No es tan así como decía. Yo sé que te quiero, y que quiero vivir todo con vos, todo lo bueno y lo malo que te puedas imaginar. Pero no es justo lo que te pido, y no me voy a ir a ningún lado. Por mal que me pese, vos estás con Fernando. Y antes estuviste con Joaquín, y después vas a estar con algún otro. Y yo estaré acá. Como siempre. Y con eso me alcanzará. Te quiero mucho, María. No lo olvides, e ignorá todo lo que dije antes.

Hola, te comunicaste con María, dejá tu mensaje y después te llamo.

No, no. ¿Sabés qué? No es injusto lo que te pido. No sólo es justo, sino que es lo mejor para los dos. Para los tres. Fernando no está enamorado de vos, vos no está--



¿Qué escuchabas, mi amor? ¿Algún mensaje?

Nada importante, flaca. Pero se te gastó el cassette del contestador y todo por puras propagandas. Ahora lo cambio.

sábado, 12 de marzo de 2011

Damián y Lucrecia: en mi bolsillo

  Y otra vez lo mismo. Hija de una gran puta... Me lo hizo otra vez. Pero el boludo soy yo, no hay persona más boluda en todo Buenos Aires. ¿No aprendo más? ¿Qué me pasa? Ella me pasa, la puta que me parió... Ella y sus mensajes, ella y sus miradas, ella y sus sí. Para todo, un sí. ¿Y después? Después esto. Después Damián, el forro, esperando solo en una esquina. No, no "esperando en una esquina". Esperando a secas, durante toda una semana, para luego esperar solo en la esquina de turno. Y ni siquiera eso describe la situación: porque llevo esperando años, años completos con docenas de semanas como esta. Tendría que comérmela y listo, aquí no ha pasado nada. "No, me re-olvidé. Ah, ¿habíamos quedado en algo? Jaja, no, se me re-pasó. Bueh, menos mal, ¿no? Si iba, iba a esperar como un boludo. No, todo bien...".
  Pero no. No me sale. Lo que me sale es la bronca, el odio, todas las ganas de cagarla a palos, y a besos, de cogérmela a la fuerza, de pegarle, de escupirla, de hacerle pagar tanta humillación. Ese es el problema. Más me lo hace, y más me caliento. Más me engancho. Soy un boludo... La voy a llamar. Seguro que está con algún otro tipo, para colmo. Me juego la cabeza. La conozco tanto. Y, sin embargo, caigo una y otra vez.

  Me está llamando. Sí, él. ¿Quién más podría ser? Y esa vibración en mi bolsillo, es lo mejor que puede ofrecerme. Seguí vibrando. Haceme vibrar, y vibrá vos también.

  Nunca me atiende. Hija de puta... ¿Estará despierta Marcela? Pobre, siempre la termino llamando si Lucrecia me deja plantado... Ahora que lo pienso, estoy acá nomás de su casa. Bah, le caigo sin llamarla. Sí, va a estar bueno.

viernes, 11 de marzo de 2011

Felipe y María: voces

Y la veía todos los días. O al menos la llamaba. O le mandaba un mensaje de texto, pero todos los días se ofrecía. Ahí estaba él, un regalo para María. Eso se creía él, un regalo: consideraba que no le pedía nada a cambio y que le daba todo lo que podía darle, todo lo que María podía aceptar.

(...)

No es esto lo que yo quería. Este ardor, esta angustia... ¿Por qué, de dónde sale? Si todo lo que hago es para que ella se sienta bien, ¿por qué me siento miserable? Soy un idiota... Me estuve engañando todo este tiempo. Y la estuve engañando a ella. Pobre María... No se merece esto. No me merece...

(...)

No entiendo qué le pasa. Un día está bien, y al otro está terriblemente afligido, y no explica jamás qué es lo que le pasa. O finge que está explicando, cuando en realidad habla y habla sin decir nada. Y se encierra, y me amenaza con desaparecer, pero siempre vuelve, y cada vez más loco, más inestable. A veces no sé si reírme o tomarlo en serio. No sé si aceptar que así es él. Total, es inofensivo. Y pura bulla. Un actor. Actúa sus propias emociones, pero no las muestra. Eso que muestra no es realmente lo que siente, es otra cosa.

(...)

No, y el chabón está regalado. Es así como te digo. Jamás va a lograr nada. La minita sabe que lo tiene ahí, siempre va a estar ahí, para lo que necesite: ¡pum! ahí está Felipe. A todos nos gusta tener alguien atrás nuestro, pero el chabón este se zarpa. Está muy regalado. Es un gil. Uh, ahí viene. ¡Mirale la cara! Jaja, es un gilazo. A ver con qué viene ahora...

(...)

Felipe, María está muerta con vos. Se re-nota. No seas ingenuo, por favor. Vos dale para adelante, no te hagas tanto problema. Siempre te lo dije, ¿o no? Algún día iba a pasar algo. Lo que nunca entendí es por qué tardó tanto...

(...)

Ninguno lo sabía. Pero las cosas no podían ir mejor.

lunes, 7 de marzo de 2011

20 centímetros

(Esto lo escribí a mano, en un papel robado, con un lápiz ajeno, en una casa donde el resto dormía. ¿Te acordás cuando la gente escribía cosas a mano? En fin... Fue en un momento de mucha tristeza y mucha bronca. Y al releerlo, revivo toda esa tristeza y esa bronca, y sólo puedo desear poder alguna vez volver a sentir tanta tristeza y tanta bronca, sólo posibles porque estaba dando y recibiendo cosas que no sé si van a formar parte de algún futuro cercano. Es un texto que me da mucha vergüenza, porque es... No sé. Es un asco. Es un vómito, como suelo decir. Hasta lo dije en ese momento. Es eso. Algo que tenía adentro y que me hacía mal, y que tenía que dejarlo salir. Para luego volver a tragarlo.

Como siempre, o sea, como la vez anterior, no alteré el texto en lo más mínimo. Así como lo escribí en ese papel robado, así como lo pasé al otro día al bloc de notas, así lo pego aquí.)

20 centímetros

  20 centímetros. 20 centímetros son los que no me dejan dormir. Eso dice ella. Su voz en mi cabeza, mi costado menos pesimista. Atinadamente, convierto esa voz en su voz. No porque crea que lo mejor en mí lleva su cara (y su voz), sino porque ella también intenta lo que la porción más ingenua de mí fracasa en conseguir. "Shh... Dormí, bebé" me susurra, burlonamente. "Bebé". Eso es lo que soy. Así me trata: como a un niño. Como a un niño tonto, para colmo. Reviso en mi cabeza todo lo que pasó últimamente y... ¿es posible? ¿Puede ella creer que soy tan idiota? Aparentemente lo soy. No me explico si no por qué estoy aquí todavía.
  "20 centímetros"... 20 centímetros todos los días, durante dos meses. Es mucho tiempo, y esto se hace insoportable. Aunque, pensándolo bien, esta es la primera vez que no puedo dormir. Es cierto: soy exagerado. Debería esperar a pasar una semana sin dormir, y entonces sí, decir "insoportable". "Debería"... Debería...
  ¿Por qué estoy escribiendo esto? ¿Por qué no estoy hablando con ella, aclarando cosas? Ah, cierto: ella está cansada, y debe dormir. Qué ridículo, estoy a punto de convertirme en la frase "¿sabés? yo tenía un novio que odiaba los gatos", y aún así sigo preocupándome por su comodidad. Sigo cuidando su bienestar como si éste fuera una caja de cristal. Pero no, no es eso lo que me impide hablar con ella. Si bien sus lágrimas (estratégicas, por cierto) me destrozan, me atraviesan y me empapan de dolor, lo que me frena es otra cosa. ¿Qué pasaría si esta relación está realmente muerta, como lo sospecho? ¿Dónde esconderé mi cuerpo, dónde encontraré una fosa abierta para un cadáver voluntario? La idea me aterroriza. "No, mi amor... ¿cómo pensás eso?" es la otra posible respuesta a mi funesto planteo. Pero de nada me sirve, pues no la creería. Es más: encontraría en su tono de voz otros benditos 20 centímetros (dosis diaria recomendada; ante cualquier duda, consulte a su médico o pase el resto de la madrugada buscando lágrimas que faltaron a su cita).
  Podría dejar esta hoja para que ella lo lea...
  Un vómito agónico. Estratégico, por cierto... Sería un primer paso hacia la corrección de esta asimétrica relación. Lástima que... estaría rompiendo la caja de cristal. ¿Puede ella quererme habiendo hecho yo tal cosa? Su voz en mi cabeza todavía pesa... Todavía creo en que ella puede quererme.
  ¿Y entonces?

  Cobarde... Tantas palabras gastadas para que mueran en tu bolsillo...

(Ojalá ella nunca lo lea. No sería justo. Pero estoy convencido de que no puede importarle en lo más mínimo lo que puedo o pude tener para decir. Ahora... ¿a quién le importa? Es una locura tener un blog...)

Araña en el baño

(Esto que publico ahora, lo escribí hace unos años, porque intentaba plasmar el funcionamiento de mi cabeza en un momento de pánico. Lo más valioso del experimento, es que era un pánico injustificado, como suele ser el pánico, en general. Este blog me parece un buen lugar para dejarlo asentado. No corregiré nada, lo publico tal y como lo escribí aquella vez)

Araña en el baño

-Antes de interrumpir lo que estaba haciendo, continué con mi tarea pero retrocediendo lentamente. Luego, sí, me detuve, pero sin finalizar: la canilla quedó en territorio enemigo.
-¿Qué pasa cuando, luego de aplastar a un bicho, no vemos indicio alguno del cuerpo, esté vivo o no? Esos segundos de terror, revisando mis vestiduras... Pienso en preguntarme esto que me acabo de preguntar, y en las respuestas que se me irán ocurriendo mientras busco ese cadáver (ojalá sea un cadáver...). Ah, ahí está: cayó al lado de la canilla y no lo había visto.
-¿Cómo la saco de ahí? La toco con papel higiénico y se mueve. Ojo: se mueve. Prácticamente está muerta, su vida se ha acabado, pero se mueve. Su vida se acabó, pero nuestra contienda no. Mi sufrimiento tampoco.
-Veo cómo repta, dolorosamente. Creo que siente dolor. Y me digo "Cobarde, ahorrale el sufrimiento". Ese pensamiento tan considerado en realidad es un "Cobarde, ahorraTE el sufrimiento". ¿Para qué? Ella lentamente se desliza hacia la pileta...
-Abro el agua caliente, porque para abrir el agua fría debería tocar su cuerpo... y espero. Pero sigo pensando en eso del sufrimiento. Y sigo pensando en que pienso muchas cosas alrededor de algo tan insignificante ("la muerte no es insignificante", pero esto me lo digo ahora, mientras escribo). ¿Por qué? Me digo que es porque tengo miedo, y trato de distraerme. Y cuando me aviso a mí mismo que estoy saliendo de un estado cercano al pánico, se me ocurre pensar que hay miles de arácnidos de esta magnitud en mi casa. Probablemente, la mayoría estén en mi habitación. Mil, por lo menos. "Apurá el trámite, que esto lo vas a volver a vivir pronto...". Qué amable... Entonces pienso otra cosa perturbadora: quizás, si no me apuro a finiquitar este enfrentamiento, se sume alguna otra alimaña (no olvidemos a las cucarachas, la mayor amenaza) que requiera mi atención e intervención. "Tirate, dale" le pido mentalmente. Y ella se esfuerza, se arrastra con esas únicas patas que aún parecen tener fuerzas, y cae bajo el chorro de agua tibia.
-¿Y ahora? La longitud de sus patas me asegura que su cadáver (eso quiero pensar) está enredado en el desagüe... Perfecto, utilizaré ese trozo de papel higiénico que dejé olvidado al ver que la araña aplastada todavía vivía (moría, en realidad). Lo utilicé para que cualquier cosa que allí hubiese se adhiriera al húmedo papel. Un par de pelos, nada más. Otra vez. ¡Ay! Ahí está... Casi que podría confundirse con un mechón de pelo castaño... Como los mechones que quito frecuentemente con la mano. ¡La mano! Ahora recuerdo que, al localizar el futuro cadáver después de golpear a la araña, pensé en agarrarla con la mano, por la pata más larga. "Total, está muerta...". Agradezco a mi sentido común por obligarme a investigar un poco más antes de tomar decisiones temerarias. ¿Quién sabe cómo habría terminado todo, si no?

-Epílogo: una toalla mal enrollada, acomodándose con la ayuda de la gravedad, puede generar un susto mayúsculo luego de aquella situación.