martes, 30 de julio de 2013

Diez pesitos lo que le cobro, nada más

  Buenas noches, dama y caballero, ante todo le pido disculpa por la molestia que pueda ocasionarle, pero lo que hoy le traigo bien vale los cinco minutitos de atención que le voy a pedir. Fijesé: el kit de cortar al medio a la bella asistente. Invento argentino, le permite cortar a la mitad a cualquier bella dama que lo esté asistiendo, en cualquier momento y lugar. Todos estuvimos en una situación como esta, es frustrante y nos hace perder muchísimo tiempo intentar cortar al medio a, por qué no, una secretaria, una prima, o una bailarina que esté compartiendo el escenario con nosotros. Que se resiste a los golpes, que es un enchastre, que ni bien comenzamos a atravesar la carne con el serrucho comienza a gritar y muchas veces pierde el conocimiento o muere mucho antes de que la podamos separar en dos mitades. Pero con este invento eso es cosa del pasado, repito, es un invento ar-gen-ti-no, de los mismos fabricantes del enhebrador de aguja, fijesé usté, aquí tengo mi bella asistente, la coloco cómodamente dentro de la caja, cuidado que quede la cabeza saliendo por este agujero, los pies por este otro y por acá sale una mano, cierro la caja, vea cómo la señorita nunca deja de sonreír, por esta ranura se pasa el serrucho, es un serrucho especial que viene con el kit, vea usté, atravieso la caja entera con el serrucho, no hay sangre, no hay gritos, la manito y los pieses se mueven, la chica sigue sonriendo y separo ambas mitades de la caja. En menos de un minuto ya está la chica cortada a la mitad y usté puede seguir con lo que tenga que hacer, mire lo que le vengo a ofrecer. El kit de cortar al medio a la bella asistente, en menos de un minuto la tiene en dos mitades, diez pesitos lo que le pido, un billete, cinco monedas, menos de lo que le sale un serrucho ordinario, mire lo que le digo. Ni hablar si tiene que pensar en consultas al médico por heridas graves, o a un abogado porque se lo acusa de intento de asesinato o si tiene que contratar una casa de sepelio. Diez pesitos, el kit de cortar al medio a la bella asistente, diez pesitos le cobro. Muchas gracias, y que tenga un buen retorno a sus hogares.

(eso es más o menos lo que escucho cuando ofrecen el "enhebrador de aguja". hay ciertos misterios con los que no se debe jugar. seguiré enhebrando mis agujas a ojo, con saliva y pulso firme)

sábado, 20 de julio de 2013

Escribo

  Escribo con la urgencia del suicida, como único y último cronista. Escribo porque hay que hacerlo, alguien tiene que hacerlo, necesita hacerse, necesito hacerlo. Estas líneas son un testimonio, un grito en el desierto. Quizás el último vestigio de una poderosa raza, quizás el principio de una nueva y diferente etapa, quizás el único primer escalón de un camino lleno de peligros pero necesario.
  Escribo con sangre, ahora que ya no sirve más que para dejar todo esto asentado. Escribo arañando los tablones de madera que forman el suelo de mi habitación, escribo con mi propia mierda en las paredes, escribo vociferando ante una ventana empañada por mi propio aliento, creyendo que algo de mi grito debiera impregnarse. Escribo desesperado, tajeando en mi cuerpo palabras con los restos de esa ventana ahora rota.
  Escribo ya sin palabras, habiendo olvidado cómo se escribe. Escribo recortando palabras de otros libros, destruyendo mi biblioteca, mutilando el último de mis santuarios. Escribo al ritmo de mi acelerado corazón, perseguido por el fin, sé que no hay tiempo suficiente, esta obra también quedará incompleta, todo esfuerzo habrá sido en vano, pero nada más podría haber hecho con mi urgencia, con mi grito, con mi sangre, con mi mierda, con mi ventana, con mi cuerpo, con mi biblioteca.
  O no.
  Quizás no escribo. Aun.