lunes, 12 de diciembre de 2011

"An instant classic"

  Pac-man, la película

  Ha llegado a nuestros cines la esperadísima última película de Robert Zemeckis, que no es otra que la brillante adaptación del clásico videojuego de los 80 "pac-man", llamada, atinadamente, "Pac-man, la película". Tan solo dos semanas después de su estreno en los Estados Unidos, y con el antecedente de ser ya, en estos catorce días, record mundial de recaudación, el film entrega todo lo que promete y aún más.
  Firme candidata para los Oscar, la película nos cuenta la historia de Paco, un mexicano radicado en Nueva York (interpretado brillantemente por Ryan Reynolds), viudo y padre de Andrew (el ya un poco crecidito Freddie Highmore), un taciturno niño de 8 años con el cual mantiene una difícil relación. Paco lucha en la gran ciudad por criar a su hijo con amor y bondad, dos cosas que en su propia infancia escasearon, pero al mismo tiempo se ve obligado a dejar a su hijo en soledad para llevar la comida a la mesa ("No confío en las niñeras. Son, antes que nada, mujeres", dice Paco en uno de sus monólogos más emotivos), ejerciendo el único oficio que conoce: el de recolector de hojas en los parques.
  Estamos comenzando a comprender y a querer a los personajes, a los que se suman Richard, el portero del edificio en el que viven (el eterno Tommy Lee Jones); Kathy, la joven que se muda al departamento de al lado (una muy sutil Drew Barrymore); y el Capitán Bustamante, el mendigo de la cuadra (el desopilante Robin Williams); cuando la noticia de un ascenso para Paco devela la trama que nos tendrá en la punta de la butaca hasta que culminen los 156 minutos de duración de la placa. Por orden del alcalde de Nueva York (cameo de Giuliani mediante), Paco será el recolector de hojas del mítico Central Park, en el turno noche. Si bien la responsabilidad es enorme ("Es el Central Park, ¡con un demonio!"), la paga también lo es, y Paco debe entonces elegir si vale la pena ausentarse durante la noche ("No conoces el miedo a la oscuridad hasta que pasas una noche en Nueva York", le susurra sabiamente Richard) para poder asegurar el bienestar económico del pequeño Andrew. El viejo (pero jamás desactualizado) dilema del padre ausente y único sostén de la familia funciona aquí de maravillas, con duelos actorales memorables entre Reynolds y el ya establecido Highmore, cuya candidatura al Oscar es cantada.
  Así las cosas, Paco acepta el trabajo en el Central Park, y ahí es cuando la película alcanza todo su potencial. Porque junto con Paco descubriremos que las cosas no son como parecen. Que detrás de esas hileras de hojas tan prolijas que él recoge con su pincho (¿cómo pueden caer para posarse de una manera tan ordenada?), algo se esconde. Que esas hojas, marcan un camino (brillante la musicalización de Danny Elfman, con esos sutiles coros femeninos que al grito de "¡Gretel! ¡Gretel y Hansel! ¡Hansel! ¡Hansel y Gretel!" resignifican totalmente la escena, otorgándole una complejidad intertextual pocas veces explorada en Hollywood). Que el Central Park, de noche, es un laberinto. Mención especial aquí para Zemeckis, que elige, atinadamente, filmar cada una de las escenas del parque con una cámara cenital que nos permite ver el dibujo del parque en su totalidad, y adivinar, allí abajo, la presencia de Paco en su uniforme amarillo de recoge-hojas.
  No es conveniente adelantar mucho de lo que sigue después, pero vale la pena mencionar la presencia de cuatro espectros en el parque (uno de ellos interpretado por la revelación del año: Adam Levine, el vocalista de la banda de rock Maroon 5), y un complot que esconde al mejor villano que nos otorga la pantalla grande desde el temible Tony Montana: el ex-científico ruso Vladimir Ihorovitch Ponyatovski, un brillante Gary Oldman.
  ¿Podrá Paco descubrir qué es lo que esconde el Doctor Ponyatovski? ¿Podrá darle una segunda oportunidad al amor, en las tímidas manos de Kathy? ¿Podrá reconciliarse con Andrew, que mediando la película cae en las drogas y funda una pandilla de malhechores que quema indigentes (atentos al enfrentamiento entre Andrew y el Capitán Bustamante, y a las casi imperceptibles citas a cierto clásico cinematográfico de Stanley Kubrick)? ¿Encontrarán los espectros del parque finalmente la paz? Todas estas preguntas tienen sus respuestas, y están ahí, esperando a que el público las recoja, alineadas una detrás de la otra, como las hojas con las que Paco llena su bolsa de residuos...

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