viernes, 4 de septiembre de 2015

Un mal mes, nada más

  La mentira es el mejor invento de la humanidad, mucho más importante que la rueda. O quizás sea un descubrimiento, quizás la mentira como concepto pueda existir aún sin humanidad. En ese caso, sería un descubrimiento más importante que el fuego. Es el verdadero motor de la especie. Con todo lo bueno y lo malo, por supuesto. Pero donde miremos, está. Y cuanto más importante es el problema, más grande es la mentira que lo soluciona. ¿Cómo vivir sin entender que vivir es morir algún día, si no fuera por la religión y su bálsamo incapaz de rechazar? Pero no, no voy hacia allá ahora (no voy hacia ningún lado, escribir esto y eventualmente publicarlo no es un paso hacia ningún lado).
  La mentira más útil suele ser la propia. La que nos decimos para poder construírnos ante nuestros propios ojos y ante la mirada de los demás. Potentísima, generosa, infaltable. En la gran mayoría de los casos, ninguno de nosotros tiene ni puta idea de quién es realmente. Y si bien este es un tema filosófico inacabable, yo me detengo en una cuestión más superficial: la autodefinición. Más allá de las etiquetas que nos pusieron los demás, esas que tampoco son tan fáciles de sacar, están las que nos encanta vestir y que nos pusimos solitos. A mí me encanta decir que soy bueno, por ejemplo. También digo (y ya nos vamos acercando) que nunca miento. Me parece buenísima porque se explica a sí misma. ¿Cómo no me vas a creer? ¿No escuchaste que nunca miento?
  Una variación del "nunca miento" es, justamente, la etiqueta que me empuja a escribir esto. La de "no tengo filtro". "Yo voy de frente, no me importa nada". "¿Sabés lo que pasa? La gente no me banca porque digo las cosas como son". No, tesoro. La gente no te banca porque sos imbancable, justamente. No decís grandes verdades, lo que decís son estupideces, generalmente agresivas. Hay una confusión impresionante entre la agresividad y la sinceridad. Decirle a alguien "vos te creés que silbás bien y por eso silbás todo el tiempo, ¿no?" es de mal bicho, no de "sincericida".
  Entiendo la necesidad de atención. Todos la entendemos. Y la encantadora ilusión de que tenemos algo interesante para decir. Pero hay que aprender a distinguir qué vale la pena decir y qué no. En Educación Cívica, por ejemplo, tendrían que enseñarnos a detectar en los interlocutores la total falta de interés. No podemos seguir hablando solos, todo el tiempo, sin importar quién está delante. Es increíble la cantidad de gente que habla completamente sola, y no hay manera de hacerles entender que vos también sos una persona, que no sos el espejo del baño con el cual practican las caras y los tonos, que tu función en este universo no es ni será jamás festejarles nada.
  Pero no. Es mucho más fácil mentirse a uno mismo. Decirnos que todo lo que pensamos es interesantísimo, que tendremos nuestras limitaciones pero que tampoco es que me chupo el dedo, imaginate, a mí me hiciste eso una vez y ya está, agarrate porque no paro, yo boludo no soy, aparte a la gente así habría que encerrarla y reeducarla, no piensan, no entienden nada, ¿y te conté lo de Martín?, el otro día me llamó porque necesitaba un y bla bla bla.

  Hacenos un favor. No le expliques más a nadie cómo sos. Se nota. Y no tiene nada que ver con lo que decís. Nada.

(borrador para la campaña de "dejá de hablar huevadas", este es un proyecto que empecé hace unos años, porque tengo varios proyectos, yo soy así, inquieto, y otra cosa es que soy como muy consciente, ¿no?, a veces me juega en cont-- che, ¿adónde vas? ¡te estoy hablando! ¡CHE!)

4 comentarios:

  1. Por ahí la intención del texto y el significado era otro pero al leerlo no pude más que remitirme a la Hoguera de las Vanidades: Facebook, e inevitablemente recordé este otro gran blog: http://waitbutwhy.com/2013/07/7-ways-to-be-insufferable-on-facebook.html
    Agregaría otro tipo de energúmeno odioso a la lista: El que habla con Muertos. "Mamita querida, dos años desde que no te tengo. Siempre fuiste un ser de luz. Cuánta falta me hacés" y declaraciones de ese estilo que me llevan a pensar ¿a quién va dirigido esto realmente? ¿a la madre? bastante improbable, a menos que sean tan ilusos como para pensar que los muertos chequean Facebook desde el más allá... y si es a la madre realmente ¿por qué no hablar con ella en la oscuridad de la noche, a solas, en nuestras mentes, en la iglesia, en un rezo? Termino por pensar que increíblemente la vanidad se aplica en este caso también. El foco no está en mi madre muerta, esta en mí, y en mi dolor... ¡vean, vean cómo sufro!
    Después pienso... pobre piba... tiene la madre muerta, es una manera de sobrellevar semejante dolor, sos un sorete.
    Ambas cosas son ciertas. Esto y aquello. Y ahora me pregunto si no acabo de pecar de lo que critico. ¿Interesa mi opinión sobre Facebook?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué bueno ese artículo. Qué bueno el término "image crafting". Y qué bueno tu comentario. Lástima que el detector de Anónimos no me tire un puto nombre...

      Eliminar
  2. Puta. Comenté dos veces y se perdió lo que escribí.

    ResponderEliminar
  3. Excelente! Gracias por volver

    ResponderEliminar