La escena es simple. Simple y corta.
Se encuentran. Él lleva libros envueltos para regalo en su morral. Son para ella. En un punto estratégico de la noche, los revela. Ella se sorprende, se sonroja y sonríe. Se besan. Lo reta por regalarle cosas todo el tiempo. "Son libros, nada más", dice él. "Ya sabés que no me cuestan nada". Ella lee las dedicatorias de los libros, vuelven a besarse. Él la acompaña a la casa, y se va. Sola y en su habitación, ella cuidadosamente corta la página de la dedicatoria con una trincheta. La deja sobre el escritorio, y guarda el libro en su biblioteca, donde otros libros a los cuales les falta la primera página en blanco descansan. Se va a dormir con una sonrisa en los labios.
En algún punto durante las siguientes dos semanas, la hoja con la dedicatoria pasa del escritorio al tacho de basura.
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ResponderEliminarSiniestro
ResponderEliminarSiniestro? Lo importante es que ella cada vez que lea el libro va a recordar el encuentro, lo que sintio, la sorpresa, el beso.
ResponderEliminarTambién es importante cómo se le resignificaría a él el encuentro, la aparente sorpresa, el quizás sincero beso, de saber la mutilada biblioteca que ayudó a construir.
Eliminar¿Pero lo sabe? No sabemos. La escena es así de simple. Así de simple y corta.
Sí, es verdad, yo también creo que va a recordar todo eso.
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