viernes, 31 de agosto de 2012

Para el orto

  "Todavía me querés?"
  Su corazón se aceleró y dentro de su cerebro se arremolinaron cientos de pensamientos, amenazando con hacerle perder la razón allí mismo, en ese instante. Como el universo necesita del equilibrio constante para subsistir, el tiempo fuera de su conciencia se hizo lento, lentísimo, ofreciendo un contrapeso a esa vorágine de sentimientos dormidos.
  ¿Cómo que si "todavía la quería"? ¿Qué pregunta era esa? Una muy buena pregunta, pensó. Una pregunta que él, todavía, no se había animado a hacerse. "Es que la respuesta es obvia". No. No lo era. No sabía la respuesta.
  Pero antes de empezar a intentar desentrañar la respuesta, se encontró con el misterio que proponía la pregunta. ¿Qué significaba ese mensaje de texto? ¿Por qué ahora? ¿Acaso ella lo quería? La pregunta parecía estar diciendo eso, justamente. Preguntarle a alguien si te quiere es decirle que lo querés. ¿Entonces ella lo quería? De hecho, jamás debiera haber dudado de ello. La última vez que se vieron, cuando ella lo dejó, intentó dejarle en claro que siempre lo querría, y que, a pesar de irse con otro hombre, la separación le dolía enormemente.
  Entonces, revivió la bronca. "Todavía me querés?". Te fuiste con otro. Se había ido con otro, ¿cómo quererla? Le había roto el corazón, ¿cómo quererla? Le había dicho a la cara que no, que pretendía no volver a verlo, que prefería priorizar una relación con un tipo superficial al que casi ni conocía. ¿Cómo quererla, entonces? ¿Cómo quererla, cuando tuvo que odiarla para poder dejarla ir?
  "Todavía me querés?". Pero eso cambiaba todo. Se sintió insultado, es cierto, pero al mismo tiempo transportado hacia un pasado feliz, un pasado cuya felicidad él mismo había enterrado y olvidado. La quiso. La quiso, la quería. La quiso, la quería y la iba a querer.
  Pero no, el dolor, el orgullo herido, eso también volvió. Ya la había olvidado, pero no sólo había olvidado que la quería, sino que la odiaba. Que le deseó desgracias por un tiempo. Que habló pestes de ella a los amigos en común, intentando contaminar su mundo con ese veneno que, a fin de cuentas, era de su autoría. "Todavía me querés?". ¿Qué era, un chiste? ¿Una venganza, quizás? ¿Pero por qué? ¿Qué había hecho él? Bueno, además de hablar pestes de ella, claro. Pero estaba en todo su derecho, existe tal cosa, ¿verdad? "El derecho del abandonado". Derecho de odiar y actuar de manera irracional, infantil, casi perversa. ¿Qué hacer, si no? Ella con otro tipo, lo más tranquila, ¿y él? Que por lo menos lo dejaran hablar mal de ella. Era lo menos que podían hacer. ¿Quiénes? En fin...
  "Aunque todavía la quiero", pensó. Sí, el odio estaba ahí. Pero también estaba ahí todo lo demás. Y sólo necesitó imaginarla una vez más acomodándose el pelo detrás de la oreja. Ahí mismo supo lo que tenía que contestar.
  Siete segundos pasaron, y eso es todo lo que él pensó luego de haber leído el "Todavía me querés?" de la pantalla de su celular. Siete segundos, para que esa misma pantalla volviera a iluminarse con un mensaje nuevo, de la misma persona.
  "ay no me equivoque no era para vos perdonperdonperdon"
  Pasaron siete segundos más. En esos siete segundos él no pensó demasiado. Sólo se vio invadido por una inmensa tristeza, una tristeza familiar a la que le había perdido el rastro. Pasaron siete veces siete segundos, y se escuchó decir en voz alta "¿Por qué?" varias veces, luego de sentarse en el suelo. Siete segundos después lloraba y reía al mismo tiempo.
  "Perdoname! La psicóloga se va a reír cuando le cuente. Aprovechemos que me equivoqué, hace mil que no hablamos. Cómo andás?"

8 comentarios:

  1. Si bien esto es como un grito al cielo
    (o mejor dicho, a un húmedo subsuelo),
    o un nudo en un inexistente pañuelo
    juro que este será el último "Marcelo".

    Pues ese era el nombre del abandonadito.
    Será el último, ya no los necesito.
    Solemnemente, lo digo y lo repito,
    si a mi palabra faltase, que me corten el pito.

    Archivesé.

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  2. "Hay una cierta belleza en el horror" decía el autor de mi libro favorito. Y hay una cierta belleza en los finales tristes (en la ficción, en la vida real prefiero la belleza de los... iba a decir "los finales felices", pero ahora que lo pienso no puede existir tal cosa ¿no?)

    Mi mente perversa me dice que esto pasó, que esto está basado en hechos reales, que el mensaje, su autora y tu angustia existieron. Si fue así, negalo todo.

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  3. Sumando al comentario previo, agrego que espero no sean datos autobiográficos. Por cosas como esta, yo declararía una Cruzada, por empezar con algo.
    ¿Cruzada contra qué o quién? No sé. Pero podríamos empezar por Fernando Niembro.

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  4. ¿Y por qué no he sido invitado a leer aquí: http://polstier.blogspot.com/?
    Infiel, te voy a quemar vivo en nombre de Alá.


    Archívese.

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    1. :o

      ¿Cómo encontraste mi blog secreto? Menos mal que nunca escribí nada en él...

      Y todo lo que escribo tiene tintes autobiográficos. Aunque no siempre es lo que ustedes piensan. Como ahora.

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    2. Sabés que soy un capo de la informática. No existen secretos para mí. Salvo tu blog secreto, claro.
      ¿No tenés trabajo para mí Ale? Puedo lavarte las pilchas si querés...
      O puedo hacerte pet... No, eso no. Al menos no todavía.
      ¿Cuándo venís a mi casa?

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    3. Ahora me asusta ir a tu casa. Capaz que vos también me la querés chupar, a la final. Internet es un peligro...

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    4. Dale ratón, si acá no te ve tu papito...

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