jueves, 9 de febrero de 2012

Baño cósmico

/¿Me está mirando esa chica? No.
/Vos seguí leyendo, no le des bola.
/Pero siento que me mira... La tengo al lado y me mira. O no, quizás quiero que me mire, solamente. ¡Ahí está! Me miró. Aunque claro, como se mira a cualquier persona en el colectivo, nos miramos unos a otros todo el tiempo.
/Ahí te miró otra vez.
/¿Y por qué me mira? ¿O por qué la miro yo?
/Ahí está el tema. Vos sabés por qué la mirás, y querés que la respuesta a por qué te mira sea la misma. Pero no. Tener tetas grandes sólo sirve cuando sos mina.
/Callate, estúpido. Pero tenés razón.
/Claro que tengo razón. Eso es lo bueno de discutir con vos mismo. Siempre tenés razón.
/¿No estará tratando de descifrar qué es lo que leo? Como hago yo siempre...
/No, infeliz. Esa mina no lee. Las minas que sacan las tetas así para afuera no leen. Fijate el piercing que tiene en el ombligo, fijate que se le vea el ombligo, justamente, fijate el pantaloncito que lleva. Esas pibas no leen.
/¿Puedo ser tan prejuicioso? Sí, puedo. A fin de cuentas, suelo defender a los prejuicios diciendo que son herr--
/amientas, sí. No te sientas mal. Ni ella ni el novio leen. Porque, sigamos con los prejuicios, pero está viajando con el novio. O con lo que sea, pero es una persona con la cual se relaciona desde el cuerpo, desde el deseo, desde el sexo. Quizás se relacione desde ese lugar con todo el mundo. Quizás ese sea el hermano, ¿no? Ja, eso sería grandioso...
/Pará, sólo la estamos viendo desde hace dos minutos parada en un colectivo. No podemos armar la maqueta de su vida entera a partir de esto poquito que vemos.
/Pero si te encanta generalizar, y buscar patrones, y utilizar a los prejuicios para completar los (y cito) fractales personales de los cuales te encanta hablar. Y ella encima no soporta que lo hagas, qué imbécil que sos.
/Imbécil serás vos.
/Eso dije.
/Ahí me miró otra vez...
/Dale. Yo te ayudo a pensar eso que querés. Que sos lindo. Que los lentes te quedan bien, que el hecho de estar leyendo ya te hace más interesante y misterioso, que, bueno, sos pelado pero que no es para tanto. Que ya no sos taaaaan gordo, que tu belleza radica en, justamente, no ser para nada bello.
/No, no quiero pensar eso. Quisiera no tener que pensar todo esto sólo por el miedo que me daría pensar eso... Lo que quisiera pensar es en que, quizás... En que...
/Dale. Decilo. ¿O querés que te ayude?
/Quisiera pensar en que... ¡Pero mirá cómo saca las tetas! No lo entiendo. ¿Por qué? ¿Por qué esa pose? ¿Por qué me mira, por qué busca mi mirada?
/Vos buscás su mirada, vos te preguntás todo esto. Ella capaz que ni te vio...
/Pero esas cosas pasan, ¿no? Ves, en eso quiero pensar. En un cuento.
/Y dale con tus cuentos y tu blog y la puta que te parió. ¿Cuándo lo vas a cerrar?
/Callate. ¿Qué le pasa a la mina por la cabeza? Está viajando un sábado a la noche en un colectivo con el novio, y está sacando tetas y tratando de atraer los ojos de otros hombres. No, mejor quisiera saber que le pasa a un tipo que ve eso, como yo, pero que se siente un winner, aunque nada que ver, y capaz que se imagina toda una historia, como yo intento no hacer, pero en realidad... No, sería mejor pensarlo desde el novio.
/Mirá. Se desocupó el asiento de enfrente. Se va a sentar, y ya no van a poder jugar a mirarse...
/Opa.
/Ah... Esa no te la esperabas, eh...
/...
/Tenés miedo, es increíble.
/No, boludo. Pero es raro, ¿no? Me miró, y el novio le dijo que se siente, y ella le dijo que no, y el pibe insistió, y ella siguió diciendo que no, que se sentase él. ¿Seré demasiado machista que la situación me parece rara?
/No. El problema es que, en tu cuento, pasaría eso. ¿No? Lo estás viviendo como si fuera tu cuento.
/Ja, claro, tenés razón. En mi cuento, entonces, ahora que el chabón está de espaldas, y sentado, y mirando por la ventanilla, ahora que ya no la ve a ella ni a mí, enton--
/...
/...
/Ahora yo también tengo miedo.
/Es increíble. No. Mi cuento no tenía que hablar de eso. Mi cuento tiene que hablar de esto que acaba de pasar. De cómo estaba pensando en que ahora ella tendría que ir más allá, tendría que llamar mi atención, y me imaginaba que me tocaba haciéndose la distraída, y eso hizo: estiró su mano para agarrarse del asiento y tocó mis manos. ¿Cómo pudo darse al mismo tiempo? ¿Cómo pude anticipar eso, aunque por las razones equivocadas?
/Claro, ahora cagamos. Para no pensar en que la mina puede estar queriendo llamar tu atención (ya que sus tetas pareciera que no alcanzan), vas a empezar a pensar en todo ese rollo de los cruces temporales y de la no-linealidad del tiempo y--
/¡Claro! Como eso que quiero escribir.
/Todavía no lo escribiste. Pero ya está escrito.
/¿Me estás gastando? A veces no sé cuándo me gastás y cuándo no...
/No importa eso. Mirá. Se bajan.
/Sí, no me importa ya. Ya no importa. Lo que pasó fue mágico. Fue como la vez esa, ¿te acordás?
/Es al pedo que finjas que me hablás a mí. Todo lo que vos recuerdes, yo lo recuerdo. Pensalo, o escribilo, mejor dicho, y listo.
/Tenés razón. Una noche en que con unos amigos, en nuestra más estúpida adolescencia, nos propusimos generar un ambiente paranormal, comencé a buscar señales, comencé a buscar mensajes de algún orden superior, comencé a exagerar cualquier eventualidad convirtiéndola en algo con un significado oculto e importantísimo. Así fue que, marqué como primera señal, el cadáver de una cucaracha, que apareció de la nada. Mal augurio. Marqué como otra señal, un souvenir de bautismo que un amigo mío rompió sin intención al moverse torpemente. El souvenir era un pequeño angelito, eso tampoco podía ser bueno. La noche siguió, ya empezábamos a sentir cierta paranoia, aún siendo dos de los cuatro participantes ateos escépticos que siempre se ríen de todo. Yo jodía constántemente con que, eventualmente, la radio nos daría una señal. Estaba desenchufada, pero yo recordaba cada tanto, que llegaría ese momento. Ese momento llegó. Aburrido, quizás impulsado por algún silencio, o quizás porque me divirtió pensar que había llegado el momento, dije "bueno, ahora vamos a ver qué nos dice la radio". Un segundo después, uno de mis amigos estaba pálido, con los ojos desorbitados, y yo sé que estaba cagado en las patas. Era el único que, además de un servidor, conocía el tema que estaba sonando justo cuando encendí la radio. Y yo reí. Yo fui feliz. Me sentí como rejuvenecido por un baño cósmico. Eso que tenía que pasar, pasó. Eso que buscaba estaba ahí. El tema que sonaba era uno llamado "between angels and insects". Trato de pensar en algún tema más adec--
/Te tenés que bajar.
/¿Qué?
/Que te tenés que bajar del colectivo, te vas a pasar.
/Ah. Gracias.

3 comentarios:

  1. Es verdad, en mi primer lectura, la veloz y enloquecida, capté más que nada las palabras "tetas", "ombligo", "pantaloncito", "mirada" y alguna otra más. Ahora que releo me acuerdo de la vez que soñaste con el cumpleaños de mi papá la semana misma de su cumpleaños (del cual nunca tuviste jamás ningún dato) y como se me cayó una ridícula lágrima de terror. Jaja, es increíble cómo me asustan esas cosas... Tampoco las pienso mucho, primero que nada porque sigo sin entender eso de los fractales, no importa cuánto hables de tus amados, y segundo porque no tiene caso, esto de las coincidencias de ultratumba o lo que sean escapan a mi entendimiento.
    Creo que te conté de la última que me pasó, que me puse a cantar a todo pulmón como un disco rayado "My Eyes Adored You", canción de los '70 que no escucho nunca y media hora después mirando por primera vez "Burn After Reading", George Clooney semidesnudo sale cantando de la ducha la misma canción. Me dio un patatús.

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    1. Ese sueño que tuve fue genial. Doloroso, también. Pero ahí tuviste que entender que estábamos íntima y cósmicamente conectados. Fue la mejor carta que pude jugar en ese juego que estábamos jugando. Aunque fue involuntaria.

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  2. El mundo podrá ser un maravilloso fractal pero todo lo que vemos es una teta...

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